Me llamo Antonio Cortés García y soy notario de Albacete, antes de La Roda y antes de Alcaraz, por donde ingresé en la profesión. Por tanto siempre he ejercido en la misma provincia, de la que procede mi familia, aunque por razón del trabajo de mis padres (maestros) nací y me eduqué en
dos pueblos de Valencia (Anna y Paterna). Tal vez por eso, en La Mancha siempre me han dicho valenciano, y en l’Horta manchego. Estudié la carrera y preparé la oposición al lado de Mestalla, y eso, futbolísticamente, imprime carácter. Y pese a que he cambiado las fallas, la paella, el azahar y el Mediterráneo por la Feria, el gazpacho, el monte y Don Quijote, ni mucho menos he salido perdiendo.

Entré en el revoltijo de las redes sociales, y en particular en el de Twitter, casi por casualidad y sin mucha convicción, pero enseguida topé con un buen grupo de compañeros con grandes inquietudes tecnológicas y jurídicas. Miguel Prieto me enroló en el Grupo de Jurisprudencia, vivero de iniciativas como este blog, en el que me gustaría escribir un poco de todo, aunque sin perder de vista el nexo que nos une, que es nuestra profesión.

Los notarios hemos arrastrado fama de grises, taciturnos, circunspectos, y todos los adjetivos que puedan definir una personalidad tirando a enigmática y poco sociable. En parte es culpa nuestra. Pero no somos ratones de biblioteca o de despacho. Somos gente normal, que desempeñamos nuestro trabajo con vocación y que tenemos mucho que aportar a esa sociedad de la que surgimos, que nos valora y a la que nos debemos, como depositarios de una función pública. Casi todo el mundo conoce qué hacemos, pero pocos conocen el cómo ni el por qué, y menos a la persona que hay detrás. Si con este blog se consigue dar una idea, el objetivo estará cumplido.