Nací en Sevilla donde viví y cursé todos mis estudios hasta que, una vez aprobada la oposición, me marché para incorporarme a mi primer destino notarial. Desde entonces ya sólo voy de visita de vez en cuando a esa preciosa ciudad del sur que tiene un color especial.

Mientras realizaba mis estudios en la Facultad de Derecho de Sevilla, la idea de preparar la oposición de notarías no rondaba por mi cabeza, al menos, al principio; más bien me gustaba la docencia. También me gustaban las asignaturas de Derecho Público y me especialicé en ellas, ya que la Facultad de Derecho de Sevilla así lo permitía.

Al terminar la carrera, cuando llegó la hora de la verdad, fue cuando decidí opositar y me incliné por la oposición a notario a pesar de sus dificultades porque así podía acceder a una profesión que me gustaba y se adecuaba perfectamente a mi carácter, ya que permite un trato cercano con el público y una cierta independencia organizativa, entre otros factores.

No hay antecedentes de notarios en mi familia. En diciembre de 1998 aprobé la oposición en Madrid. Tras aprobar hice prácticas primero en una notaría rural y, después, en una notaría de gran volumen de trabajo en la capital hispalense. Dos mundos distintos. Dos caras distintas y distantes de la misma profesión que constituyeron una experiencia grata y muy ilustrativa de las posibilidades que ésta ofrecía.

Comencé mi andadura notarial en la comarca del Andévalo onubense, concretamente en Puebla de Guzmán, casi en la frontera con Portugal, donde pasé tres años. En el distrito sólo había dos notarías que distaban una hora en coche. Ese aislamiento geográfico se vio compensado por la cercanía y la calidez humana del otro compañero del distrito, verdadero modelo de compañerismo y de generosidad.

Desde allí, crucé en diagonal la península ibérica y me marché junto a la otra frontera, la de Francia, a un precioso pueblo de la Costa Brava llamado Sant Feliu de Guíxols, donde permanecí nueve años. Guardo un gratísimo recuerdo de Cataluña. Buena tierra y buenas gentes. Conservo allí muy buenos amigos.

En 2011 me trasladé a Marbella. El ambiente internacional que había vivido en la Costa Brava me gustaba bastante y la peculiar forma de entender la vida que tenemos los andaluces, también. Marbella aunaba esas dos características. Era Andalucía y era un lugar muy internacional. Una burbuja insólita.

En los últimos años navegaba por las redes sociales sin un propósito concreto y tenía ganas de tener un blog, como algunos de los miembros de notariAbierta, ya que comprobaba que desde sus blogs personales hacían una impagable labor de asesoramiento y de acercamiento de nuestra profesión al público. Animada por su labor, me acabo de incorporar a este blog colectivo, que es una buena plataforma para divulgar información de interés general sobre nuestra profesión.