Autor: Firma invitada
marzo 3, 2016

Me piden que prepare un estreno especial para contar qué es un fiscal. Nada más y nada menos. Unos seres con los que convivo a diario, uno de ellos dentro de mi cuerpo, que no es fácil. Así que allá voy. ¿Quién dijo miedo?

Probablemente, quien lea estará pensando que ya lo sabe. Que para qué diantres tiene que leerme si sabe de sobra lo que es, que lo ha visto en la tele, y también en películas. Y ahora además salen día sí y día también en las noticias, que ya ves tú qué manía con querer hacerle sombra a los jueces.

Pues bien, es posible que lo sepan todo. O quizás no. Pero no lo podrán saber si no siguen leyendo. Así que suya es la elección. Quien quiera, que permanezca atento a su pantalla. Que será ahora, no después de la publicidad.

Es cierto que estamos acostumbrados a ver al fiscal de las películas y las series de televisión. Y que ésa es la concepción que manejan los medios de comunicación, que son quienes ofrecen informaciones supuestamente objetivas. Y que esa concepción no es otra que la de considerar al Fiscal una acusador público, pero acusador al fin y al cabo. Alguien que acusa a toda costa y caiga quien caiga, y que además está por debajo del juez en cuanto a categoría. Y si, además estamos en una serie americana, ese fiscal aspirará a obtener una condena a cualquier precio para destacarse y conseguir ser gobernador del Estado. Eso sí, si es español y no es una película, alguien dirá que obedece órdenes del gobierno y por eso actúa así, haga lo que haga. Y ni una cosa ni otra es cierta. Como tampoco lo es que sea un acusador, aunque sí sea un servicio público. Pero vayamos por partes.

Lo de que no aspire a gobernador del estado es fácil. Esto no es una serie americana y, como dice la canción “This is not America”, así que saltar por los aires este mito es fácil. De paso, añadiré que aquí los fiscales llevamos una toga igual a la del juez –con puñetas y todo-, que no nos levantamos cuando viene y no le llamamos honorable. Las cosas como son.

El fiscal no es un acusador público

Nuestra función no es la de acusar, sino la de defender la legalidad y el interés público tutelado por la ley, tal como dice la Constitución, juntamente con la defensa de los más vulnerables.

Es obvio que a la ley y al interés público les interesa que los violadores, asesinos y resto de delincuentes sean condenados y cumplan sus condenas. Y ahí es donde ejercemos de acusadores.

Sin embargo cuando entendemos que lo justo es un archivo o una absolución, defendemos esa postura. Y no es nada raro sino normal, aunque no sea lo habitual, como diría una buena amiga. Quizás visto desde esta perspectiva sería mucho más comprensible la actuación de cierto fiscal en un asunto bien conocido por lo real del tema. Sin entrar en el fondo del asunto, lo que no haré en ningún caso, lo que no puede decirse tan ricamente es que nunca un fiscal asumió la defensa de nadie. Porque sí lo hacemos cuando creemos que ésa es la postura adecuada conforme con la ley. Y lo que debemos hacer. Al margen de cómo se interprete lo legal y lo justo en cada caso, por supuesto, que eso es otro cantar.

No solo de acusar vive el fiscal

El fiscal al igual, que cualquier jurista no solo actúa en asuntos de Derecho Penal.

Los fiscales, cada vez más, tenemos importantes funciones en otros ámbitos del Derecho, y eso muchos parecen no saber o no tenerlo en cuenta.

Una de ellas, la de la jurisdicción de menores, donde, además de encargarnos de los menores que cometen delitos, hay una importante labor de protección, que abarca tanto aquellas actuaciones necesarias cuando un menor ha sido o puede ser sujeto pasivo de un delito, como otras más relacionadas con temas sociales, desde asistenciales a la intervención necesaria en adopciones o acogimientos familiares y sus derivaciones judiciales.

También es conocida la función de los fiscales en los procedimientos de familia, donde intervenimos cuando hay menores de por medio. Aunque, a decir verdad, habría que darle al tema una repensada porque a veces se tiene la sensación de que hacemos un papel de convidados de piedra o poco menos. Y hay una importante labor a desarrollar en este campo, más allá de corsés legales o rigideces procedimentales, que se debe valorar y fomentar. Como se valora y fomenta cada día más nuestra actuación en materia de protección de las personas con discapacidad, donde los fiscales tenemos un papel protagonista.

El fiscal no sólo actúa en el ámbito del derecho penal

Hay actuaciones del fiscal casi desconocidas. Los fiscales intervenimos en la jurisdicción social y en la contencioso administrativa en defensa de los derechos fundamentales, como también lo hacemos en el proceso civil a estos mismos efectos. Y hasta intervenimos en el derecho concursal y en materia de defensa de consumidores y usuarios, todo un mundo por descubrir. Y esto, por supuesto, sin ánimo de ser exhaustivo, que cualquier día viene el legislador y nos endosa una nueva tarea, que nunca se sabe.

Sigamos deshaciendo mitos sobre qué es un fiscal

Es importante para nosotros que se sepa que no somos menos ni subordinados al juez. No somos más ni menos, sino otra cosa, diferente y complementaria. No es un plus, sino un aliud, como diríamos con un latinajo de esos que nos gusta usar. La Ley Orgánica del Poder Judicial dice que somos iguales en tratamiento, autoridad y cargo. Y el vil metal dice que cobramos lo mismo, para dejarlo más claro. Ellos son quienes deciden, pero en gran parte de los casos no pueden hacerlo sin un informe o una petición del fiscal. El caso más claro es el de la prisión preventiva. No hay juez que pueda, por más que se lo pida el cuerpo, decretar el ingreso en prisión sin petición del fiscal –o, en su caso, de la acusación particular-. Es lo que hay.

Y si algo que hay que aclarar especialmente, es el tema de la dependencia jeráquica y las órdenes del Gobierno. Está claro que al Fiscal General del Estado lo nombra quien lo nombra, y eso es indiscutible. Aunque también habría mucha tela que cortar respecto a los nombramientos de las cúpulas judiciales, aunque hoy no meteré en ese jardín. Lo bien cierto es que el resto de fiscales, los que nos mojamos las rodillas en el día a día, trabajamos sin más vinculación que la ley, y juro por lo más sagrado que en mis ya casi veinticuatro años de carrera, jamás me han dado una orden –ni siquiera una insinuación- desde instancia política alguna, ni directa ni vía jefatura. Estamos organizados jerárquicamente, eso sí, pero ello no implica más que una apuesta por la unidad de criterio más con carácter jurídico que otra cosa. Ya sé que muchos no lo creerán, pero cuando se abre alguna causa contra un alcalde, por ejemplo, muchas veces ni siquiera sabemos de qué partido es. Ni nos importa, por cierto. Y no dejan de hacernos gracia las conclusiones y elucubraciones de algunos medios de comunicación o algún que otro político lenguaraz de por qué y cómo actuamos en uno u otro caso. Aunque en otros, la gracia la tienen en un sitio que por educación no mentaré.

Así es que así somos y éste es el personaje que nos ha tocado representar en esta enorme función que es nuestra Justicia. Pero no se vayan todavía, aún hay más.

Y ese “más” es nuestra asignatura pendiente. Nuestra, y de todos los que pomposamente nos denominamos juristas u operadores jurídicos. Y no es otra que la naturalidad y, sobre todo, mezclarnos con el mundanal ruido. Salir a la calle, interactuar en redes sociales, hablar en medios de comunicación si es preciso. Y transmitir a todos que no somos semidioses ni estamos encerrados en nuestra torre de marfil. Que somos un servicio público y que nuestra función es ésa. Y ser más cercanos. Tenemos mucho que ofrecer –y también mucho que aprender- pero no van a venir a buscarnos. Entre otras cosas porque no nos conocen. Así que a ello, al menos por mi parte. Que a la vela aún le queda mucha cera por arder y las cerillas muchas veces están húmedas. O no. Que cada cual decida.

SUSANA GISBERT
Fiscal


NOTA DE notaríAbierta.- Es un honor para este blog contar con la participación de juristas que no sean notarios, pues nuestro objetivo es no sólo ser oídos y dar a conocer nuestro oficio, sino oír al ciudadano, y antes que nadie a nuestros compañeros (pues compañero es todo el que un día se sentó en un aula de derecho).

Creemos importantísimo dar a conocer las demás profesiones, y transmitir la idea de que el mundo del derecho es un todo, que está interconectado, y que los distintos juristas estamos llamados a cooperar para lograr un fin prioritario, que es la atención al ciudadano.

Contar con la participación de una de las mejores firmas del mundo blogger jurídico es para nosotros un auténtico honor, y os invitamos a seguir el trabajo de Susana Gisbert en su blog “Con mi toga y mis tacones“, o sus columnas semanales entre otros en InformaValencia o artículos en LawyerPress entre otros medios de comunicación.

Abrimos este espacio a cualquier jurista que quiera darnos a conocer sus inquietudes o su profesión y en definitiva a hacer que la música jurídica llegue al ciudadano, y tenga por el mundo del derecho una pasión que en ocasiones es muy difícil de explicar con palabras, por lo que siempre estaremos encantados de ser la orquesta de todo el que vea el derecho como un arte, aunque no sea un artista consagrado como Susana Gisbert.

En esta ocasión, un grupo variopinto de notarios, que tratan de aprender a comunicar. Se levanta. y desde lo más fondo del corazón, con una ovación cerrada, da las gracias.

 

Acerca del autor:

Firma invitada – ha escrito posts en NotaríAbierta.


 

 

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