Nací en Salamanca, una ciudad que marca con “oro en sillares de soto de las riberas del Tormes” los sueños de los que de allí venimos. De allí es mi licenciatura en Derecho.
Otra ciudad inigualable, Granada, propició el sueño de la salmantina de llegar a ser Notario, y otros destinos por España siguen dando forma a la biografía de esta notario que considera que, serlo, es una forma de sentir la vida, pudiendo escuchar a miles de personas que con nosotros se cruzan a lo largo de los años, que permite aprender cada día.
He pasado por Zalamea de la Serena (Badajoz), en mi primer destino, donde ahora se representa hasta “El Alcalde de Zalamea” de Calderón de la Barca, pero entonces se vivía de manera menos entretenida.
Después recalé en Hervás (Cáceres), que, siendo igualmente Extremadura, es un lugar totalmente diferente: un paraíso de verdor y gargantas de agua, bosques de castaños, un casco urbano de casas blancas y entramados de madera, un lugar donde radicarse casi para siempre; más tarde en San Clemente (Cuenca) , un destino con los mejores clientes que pudiera un notario soñar. Con esos méritos es un lugar al que volver, al menos una vez al año a agradecer a Nuestra Señora de Rus, cuando “baja” al pueblo, haber podido estar allí.
Ahora ejerzo en Albacete, una ciudad entrañable en mi carrera y vida, con una forma distinta de trabajo respecto a los pueblos, donde he podido acercarme a su Universidad coordinando un Seminario de Derecho Notarial, con la inmensa satisfacción de ver cómo terminaban su carrera de Derecho y empezaban a preparar oposiciones jóvenes que hoy son notarios, y desde donde, con gratitud por estar aquí, vuelvo de cuando en vez, los ojos a Salamanca para no olvidar quién quise ser un día, de dónde vengo.