Comparto con vosotros la historia de un examen en el que recibí la bendición del notario que fue presidente del tribunal en el que aprobó mi padre.

En el blog de mi compañero Marcos Serrano ya comenté una de las muchas anécdotas que viví en mis largas y duras oposiciones, y como en cierta ocasión, en pleno Colegio Notarial de Madrid, desnudé a mi padre.

Conseguí aprobar ese examen, pero me suspendieron en el dictamen.

Aunque siempre he querido ser Notario, lo cierto es que ya llevaba seis años y medio de oposiciones, y el peso de las mismas era insoportable, pues con casi treinta años, lo único que quería era poder trabajar y formar una familia; por ello había firmado las oposiciones a Registros de la Propiedad.

El problema es que tenía sólo tres meses por delante para examinarme,  y yo tenía frescos los temas de derecho mercantil e hipotecario, pero los de civil casi hacía un año que ni los tocaba, por lo que aunque el temario de Registros era más fácil (entonces tenía diecinueve temas menos) me parecía imposible aprobar ese examen.

Comentaros la dureza con la que Rafael Leña y Joaquín Serrano me trataron, sería injusto, pues en más de una ocasión casi me hacen llorar (y no soy de lágrima fácil) simplemente eran conscientes que no había otra salida; que no me quedaba otra que apretar los dientes y mirar al frente (obviamente no eran esas las palabras, y creo que es de las pocas veces que les he oído decir tacos).

Sea como fuere, con más horas de las habituales (y creed que el concepto de horas habituales en un opositor es de nueve a diez diarias) me presenté en Madrid, en condiciones de hacer un examen.

Resulta que en ese examen, en el pasillo me topo con uno que acababa de aprobar las oposiciones a Notarías que yo había suspendido tres meses antes. Se llamaba Pablo De la Esperanza, lo saludé y me comentó que su hermano se presentaba a ese examen.

No le di más importancia, de hecho no recuerdo si se lo presenté a mi padre (eterno acompañante), pero lo curioso es que mientras esperábamos, apareció su otro hermano Antonio De la Esperanza, y ahí es donde empieza mi padre a actuar y a hacer de las suyas.

Va mi padre y me presenta a Antonio, que resulta había sido Notario en Chipiona, y me comenta “Mira Paco, el padre de este señor fue miembro del tribunal en el que aprobé las oposiciones, y todo un maestro de Notarios, se llama Don Antonio de la Esperanza Martínez del Radío”.

Poco más recuerdo, salvo que Don Antonio se había jubilado hacía poco, y una anécdota que también da para un post sobre las relaciones entre un hijo Notario, y su padre Notario jubilado.

Sea como fuere, me examiné, tuve la suerte de que los temas que me cayeron me eran algo más que favorables, pues en el primer tema, lo que era un tema de registros eran dos de Notarías, y el último era un tema de sucesiones y derechos de los acreedores, que para cualquiera que haya hecho un dictamen, puede bordarse.

Lo cierto es que saqué una nota excepcional, pero ya esperando las notas mi padre me suelta “Paco, Don Antonio ha entrado a tu examen, y me ha dicho que eres un opositor excepcional”…No podéis imaginar lo bien que sientan esas palabras en esos momentos¡.

Si duro fue preparar el primero, ni os imagináis lo que fue el segundo, en el que ahora si que tenía que duplicar la extensión de mis temas de derecho hipotecario, pero nuevamente lo conseguí y me dirigí a Madrid a hacer mi segundo examen.

En esta ocasión Don Antonio estaba ahí, por cierto mi padre en todo momento le llamaba Don Antonio, aunque jamás ha tratado de Don a un compañero … pero ese era especial.

Don Antonio acompañaba a su hijo, pero el pasillo se hace interminable, y cuando estaba esperando yo para entrar al tribunal, se me coloca al lado y me intenta tranquilizar, comentándome que conocía a mi padre, que había oído mi primer examen y que estuviera tranquilo.

Recuerdo perfectamente que le comenté, Don Antonio, en mis temas veo que Ud. piensa distinto a Roca Sastre en lo relativo a las hipotecas unilaterales …¿me lo explica?.

Don Antonio me comentó que un día había conocido a Roca Sastre y le había dicho que lo admiraba, pero que en ese tema no lo entendía, así que Roca le comentó “yo tampoco, así que escribe sobre eso“, resulta que escribió y años después volvió a coincidir con ese maestro del derecho hipotecario y este le había comentado “oye Antonio, que es verdad, que eso que escribiste de la hipoteca unilateral…que tienes razón“.

Me llamaron al tribunal y noté que Don Antonio me tocaba la frente.

Nuevamente hice un examen brillante, pero saliendo y mientras esperaba la nota, mi padre va y me suelta “Paco, tranquilo, esta la apruebas“….”Papá, que me ha tocado el sistema australiano, las actas de notoriedad, y la ejecución extrajudicial de hipoteca…eso no le interesa a nadie“.

Ahí es donde me entero de todo y mi padre me dice “No hijo, cuando te examinaste del primero, vi que antes de entrar en el examen Don Antonio le hacía a su hijo la señal de la cruz en la frente; así que le he pedido que te bendiga antes de entrar tu“…entonces comprendí el por qué se me había puesto al lado y me había tocado la frente.

Aprobé el examen, y con nota brillante, aunque volví a suspender el dictamen.

Ahora otra vez en tres o cuatro meses tenía que preparar el primero de Notarías y aunque tenía doble reserva de Registros (esto es en las siguientes oposiciones a Registros bastaba con que aprobara el último examen, para ser Registrador de la Propiedad) el cansancio moral era tremendo.

Nuevamente saqué una brillante nota en el primer examen, pero llega el segundo y…casualidades de la vida, me toca hablar de la hipoteca unilateral.

Dicen que cuando llegó el momento, me incliné hacia adelante, clavé el puño en la mesa, y mirando de forma firme al tribunal (recuerdo que un magistrado que estaba me comentó “parecía que ibas a soltar una bofetada si algún miembro del tribunal hacía un gesto de desaprobación”) solté “En realidad esta postura oficial de Roca Sastre es errónea, como el mismo Roca Sastre reconoció, pues la que verdaderamente acabó aceptando es la de Don Antonio de la Esperanza Martínez del Radío, quien opinaba que ….“.

Esas si fueron las oposiciones que aprobé, supongo que Don Antonio no me dio su bendición de Notario para que fuera Registrador de la Propiedad, sino para que fuera Notario; siempre agradeceré esa bendición, que ahora desde el cielo trata de repartir entre todos los que pertenecen al cuerpo que tanto amó y especialmente a sus dos hijos (con quienes no he vuelto a coincidir).

Pero ahora que soy Notario, ahora que veo las disputas entre compañeros, creo que es conveniente recordar que un Notario cuyo hijo se presentaba a las oposiciones, no tuvo el más mínimo problema en desear toda la suerte de mundo y dar su bendición paterna al hijo de un compañero que rivalizaba con su propio hijo; pues la rivalidad o competencia, no están reñida con el señorío.

Acerca del autor:

Notario de Los Palacios y Villafranca (Sevilla).

Francisco Rosales de Salamanca – ha escrito posts en NotaríAbierta.


 

 

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