Las Notarias de nuestra España en estado de alarma por el coronavirus, están abiertas por considerarse servicio esencial .
Sin embargo hoy, desde esta página, más abierta que nunca, solo quiero pensar en el grupo de hombres y mujeres excepcionales además de esenciales.
ESTÁN SOLOS
Son las 8,20 de la mañana. El día está nublado y ha llovido copiosa pero sosegadamente por primera vez en mucho tiempo. Como si el caos del clima hubiera dado una tregua en la pandemia. En otro momento hubiera sentido el olor de la tierra mojada devolviéndole el rostro del hogar y la infancia. Hoy no puede pensar. Acaba de tropezar de golpe con un bolardo, pero ni siquiera nota el dolor.
Irá un rato a casa. Doblará turno en el hospital esta tarde .
Los niños están solos , la vecina es muy mayor, pero por la ventana les pregunta cómo van. El supermercado no llevará la compra hasta mañana. No hay leche.
Hoy han muerto dos más, siente el miedo cerval de contagiar a los niños.
Hay que lavar las sábanas a 90º. Si llueve no se secarán. Quiere pasar lejía a cada rincón de la casa. Hay que dejar algo de cena a los niños. Tiene que volver en unas horas. No le dará tiempo.
NO SOLO APLAUSOS
En esta guerra del 2020 por primera vez un grupo libra la batalla en dos frentes a un tiempo, delante, directamente expuestos a un enemigo nuevo que se multiplica sin piedad, y detrás, en el puesto que les corresponde, curando heridos.
Sin coraza, sin armas que aniquilen, que debiliten siquiera al enemigo;
Cada vez menos, cada vez más extenuados .
Los ciudadanos nos quedamos en casa. Los veneramos, les aplaudimos, pero en la trinchera siguen ellos solos.
Cada vez menos, cada vez más extenuados.
¿Esto basta? Nunca ha pasado en otras guerras: los soldados reciben de la retaguardia provisiones, material, cuidados …
Necesitarán comida para sus casas, compra, desinfección de sus hogares.
¿Son nuestras manos tan torpes, nuestras ideas tan cortas y nuestro egoísmo tan grande que ni siquiera podemos ayudar con eso?
NOTARÍAS ABIERTAS
Si estamos abiertos, si somos esenciales, sirvamos como siempre.
Desde las notarías de cada pueblo de España, busquemos cómo ayudar y agrupar a quienes puedan prestar la mínima ayuda a nuestros sanitarios soldados, porque, después de la pandemia, seguirán siendo esenciales.
Ya nos dolerán las manos de aplaudir al final, mientras, que los hombros nos duelan de sostenerlos.
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